miércoles, 24 de febrero de 2016

Tarde en un Cine Porno

"En una sala porno, jubilados jadeantes
Contemplaban, escépticos,
Los brincos mal filmados de parejas lascivas;
Sin ningún argumento.
(...)
Tan sólo una certeza: "Eso no es para mí",
Pequeño drama oscuro."


L'amour, l'amour
Michel Houellebecq


Voy a contar todo sin filtro tal como pasó:

Un día como tantos otros estaba leyendo tuits cuando apareció el siguiente:




Era la oportunidad que tanto esperaba. Ir a un cine XXX era de esas cosas que uno de pendejo quería hacer por webear y que con el tiempo se convirtió en “experiencias que hay que vivir antes de morir”. Les había comentado a distintas personas la idea de entrar a uno de estos cines para vivir la curiosa experiencia pero no encontraba con quien ir. Al principio esas personas me decían que también les gustaría ir, que sería anecdótico y que más de alguna talla o historia saldría de eso. La idea quedaba ahí, les llamaba la atención pero nunca concretaban por miedo, plancha o incomodidad o que se yo, Ir a un cine porno (acompañado) a ver la película no es algo que haga comúnmente la gente. Respondí enseguida al tuit sin mucha esperanza:


Quedamos en que iríamos, pensé que pasaría como esas tantas veces en que la ida quedaba en nada. Había que tomar en cuenta que no conocía en persona a la tuitera en cuestión, folouback, buena onda, fav y replys, pero nada más. En ese tiempo estaba terminando el semestre así que fuimos aplazando la salida pero siempre recordándonos el compromiso. También dijimos que los dos escribiríamos sobre la experiencia. Cuando ya había salido del periodo de entregas finales y exámenes le envié dms para coordinar y de eso pasamos al whatsapp. Días después de año nuevo acordamos ir un día miércoles.

Llegó el día, salí tarde pero extrañamente llegué a la hora. Iríamos al cine más icónico en esta temática, el que está al lado de la Plaza de Armas, en una galería que olvidé el nombre. Ahí estaba yo, esperando. Ya el lugar me pareció que ocultaba algo, que se prestaba para algo más. Había un hombre joven parado en una esquipa y se le acercó un viejo, lo saludo, algo hablaron, el viejo se fue. Una mujer estaba parada al otro lado con tacos y ropa escotada. Tal vez fue solo sugestión. Habían pasado 10 minutos y pensé que no llegaría mi acompañante, que me agarró pal webeo y yo había caído ingenuamente. Entrar solo no era una opción. Pasado un rato iba caminando hacia la plaza, pensando en perderme mirando vitrinas en las distintas galerías del centro como tantas veces lo había hecho hasta que la vi aparecer. Recuerdo que andaba con un vestido, con tacos y pantis, todo de color negro. Caminé detrás de ella, sacó su celular y cuando dejo de caminar logré acercarme para saludarla, me explicó porque había legado tarde mientras caminábamos por la galería.

Desde aquí todo comienza a ocurrir muy rápido. Llegamos a la caja y una señora nos mira con cara de “¿van a compra entradas o solo andan webiando?”, esto mientras vemos la cartelera. Hay dos cines, en realidad es uno con 2 salas pero lo dividieron en dos supongo para que nadie se pase de una sala a la otra. 1500 la entrada porque era miércoles. No dejan sacar fotos así que no tengo la cartelera para mostrárselas, decidimos ver Simpson XXX, al menos promete risas. El cine queda al frente de la caseta de la cajera bajando por una escalera. Mientras bajo miro todo alrededor tratando de retener todos los detalles, hay afiches añejos y desteñidos de mujeres sin ropa. Se termina la escalera, hay que doblar a la derecha, el ambiente que había lo siento como un golpe, me marea el aire, mucho olor a cigarro, el lugar es amplio pero cerrado, no es oscuro, mucho tubo halógeno. Al centro un viejo del cual no recuerdo nada nos corta las entrada y nos apunta hacia donde avanzar, hay muchas puertas y me siento desorientado. En un costado, por unos segundos alcanzo a divisar a un hombre muy joven, debe tener a lo más 17 años, está al lado de alguien mayor, en esos segundos siento una leve sensación de horror, como una pequeña desesperación, claramente ese joven va a ese lugar con el único objetivo de prostituirse con algún viejo. Una cortina de terciopelo burdeos divide el hall de la sala. Al pasar por ella todo está muy oscuro, diviso piernas de hombres que se encuentran de pie, esto me parece sospechoso, ¿por qué no se sientan? miro a mi izquierda y en la gran pantalla se ve un primer plano  el poto de una mujer,  por el ano le salen unas bolas chinas, a pesar de que he visto porno antes nunca lo había visto en este tamaño y esto me impacta quedo de pie mirando unos segundos, Massiel, mi acompañante, me pregunta si quiero sentarme, le digo que sí. Avanzamos hasta unos asientos, se ven limpios pero viejos, no son como esas butacas de cine modernos sino asientos de madera acolchados y cubiertos de cuerina roja, hay una bolsa atrás de uno probablemente con basura pero prefiero dejarla ahí, no la tocamos.

Aquí me quiero detener para explicar algo. Por lo que me han dicho al verme muchos han pensado que soy gay (todo esto me parece extrañísimo, en el sentido que la apariencia no define orientaciones, pero eso da para una larga explicación). Por otra parte iba acompañado de una mujer en un lugar donde solo van hombres, y esto fue tema en nuestra conversaciones previas, primero temíamos que no la dejaran entrar y ya dentro tenía el miedo de que alguien se le acercara con quien sabe que intensiones. Así que de entrada no pasamos desapercibidos y así lo sentimos.

Nos sentamos, hay alguien detrás de nosotros, eso ya me incomoda, de a poco comienzo a ver los asientos de las filas delanteras, la sala es muy grande y veo algunas cabezas. La película no tiene nada que ver con Los Simpson, me siento estafado. Vemos una larga escena de doble penetración, la película se ve añeja, como porno de los 90, los peinados delatan su antigüedad y todo se ve artificial, siento que el porno actual es menos actuado y más casual,  acá todo parece forzado. Siento que nos miran a cada momento pero no quiero devolver miradas para corroborarlo. Como no quisimos alejarnos de la entrada, por miedo, podemos ver a quienes entrar y salen. Por los pasillos que separan los asientos pasean personas, jóvenes como de mi edad o menores y transexuales que no se sientan nunca y miran hacia los asientos buscando clientes que nunca les hacen las señas solicitando sus servicios, haciendo un recorrido por toda la sala hasta que salen. En un fila que no alcanzo a ver bien siento ruidos constantes de la madera crujir pero no duran más que unos segundos. Alguien de harta edad que esta una fila adelante a la nuestra derecha se pone de pie y se retira, más tarde la Massiel dijo que sintió al viejo pajeandose, porque el asiento crujía y  escuchó jadeos, yo por suerte no sentí nada. Tres filas delante de nosotros se sienta otro anciano, está casi en frente nuestro, mira hacia atrás, hacia nosotros, varias veces. Antes me había parecido todo pintoresco pero ahora es decadente e incomodo. Luego un viejo se para cerca de mí por el lado izquierdo, me dan ganas de salir, de arrancar pero me siento incapaz de moverme. La escena ya cambio y aparecen dos hombres y una mujer caminando, conversan algo improvisado e inentendible, luego hay sexo oral pero hace varios minutos que la película es lo que menos me importa.

No puedo determinar de forma exacta cuanto tiempo estuvimos ahí, yo estimo entre 7 y 15 minutos. Estando dentro perdí el control del tiempo. La Massiel me pregunto si quería seguir viendo, le dije que no y salimos. Al salir me contó que hace rato quería salir, que estuvo mucho tiempo pensando en cómo preguntarme si  quería seguir viendo porque decir “te quieres ir” en ese contexto se podía mal interpretar. Nos fuimos caminando a bellavista para tomarnos una cosita, en el camino comentamos la experiencia del cine con muchas risas y coincidiendo en que fue una experiencia incomoda, que era algo de lo cual no nos arrepentíamos aunque no volveríamos a hacerlo.


Terminamos tomando en calamar, creo que nos tomamos 2 cervezas escudos de litro. Hablamos de más cosas extremas o extrañas para hacer en Santiago como ir a un motel barato, a un night club, hacer un trío, probar pasta base y otras cosas de las que la mayoría no estoy dispuesto a hacer. De eso pasamos a hablar de nuestro pasado, historias amorosas de los dos. Me contó de sus experiencias de moteles, de uno muy insalubre y asqueroso que tenía una cama redonda y galletas Serranitas en el velador. En un momento sonó de fondo una canción de Marco Antonio Solís y cantamos "sé que no hay un corazón que sienta lo mismo por ti" y sentí una pequeña tristeza. Cuando fui al baño me dieron ganas de llorar. Recordé la primera vez que estuve en este mismo lugar, lo insoportable que era en ese tiempo. Salimos del lugar, ya eran como las 10 y media de la noche. Tomamos el metro y ella se bajo en Departamental. Desde esa vez que no la he vuelto a ver.

Aquí la experiencia de mi acompañante